Publicado por ICS el 19 de marzo de 2012.
… Tu madre y yo teníamos un Morris Mini. Era un coche diminuto, como el coche de un parque de atracciones, y uno de los limpiaparabrisas estaba roto, así que tenía que sacar la mano por la ventanilla para manejarlo. En esa época a tu madre la volvían loca los campos de mostaza, siempre quería que fuésemos a verlos cuando hacía buen día, por todo Davis. Entonces había más campos y menos gente. Pasaba en todo el mundo. Y aquí empezamos la educación en casa. El mundo era al principio un gran campo, y la Tierra era plana. Y todas las bestias vagaban por el campo y no tenían nombre, y cada animal grande se comía al animal más pequeño, y nadie se sentía mal por eso…
* Traducción: Daniel Gascón
* Editorial: Alfabia
Publicado en:
Alfabia,
David Vann,
Estados Unidos.
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Publicado por ICS el 16 de marzo de 2012.
12 de junio
Nunca he visto un verano semejante. Un calor de perros desde mediados de mayo. Todo el día, una espesa nube de vapor se cierne inmóvil sobre calles y plazas.
Hasta que llega el crepúsculo no revive uno un poco. Acabo de dar un paseo vespertino, como hago casi cada día al terminar las visitas a los enfermos; y no tengo muchos ahora en verano. Llega del este una brisa fresca sostenida, el calor se levanta y gira lentamente, y se convierte en un largo velo de tela roja, alejándose hacia el oeste…
* Traducción: Gabriel Ferrater
* Editorial: Alfabia
Publicado en:
Alfabia,
Hjalmar Söderberg,
Suecia.
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Publicado por ICS el 4 de marzo de 2012.
… Sé por crónicas de segunda mano, por la Statistique générale de la Vendée, impresa en Fontenay-le-Comte en 1844, y por un azar tardío de mi propia vida, el relato que me dispongo a narrar…
* Traducción: Nicolás Valencia Campuzano
* Editorial: Alfabia
Publicado en:
Alfabia,
Francia,
Pierre Michon.
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Publicado por ICS el 19 de enero de 2012.
… Alrededor de la isla Vasílievski se extendía, como un mar distante, el mundo: allí había habido una guerra, después la revolución. Pero en la sala de máquinas donde trabajaba Trofim Ivánovich silbaba la caldera como siempre y el manómetro indicaba las nueve atmósferas de rigor. Solo el carbón era diferente: antes venía de Cardiff, ahora de la cuenca del Donets. El nuevo era quebradizo, su polvo negro penetraba en todas partes, no había manera de limpiarlo. Era como si aquel polvillo lo hubiese cubierto todo de manera imperceptible…
* Traducción: Marta Rebón
* Editorial: Alfabia
Publicado en:
Alfabia,
Rusia,
Yevgueni Zamiatin.
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