Las lágrimas de San Lorenzo (Julio Llamazares)
… El verano empezaba cuando llegaban los veraneantes. No el 21 de junio, que es cuando dice el horóscopo, ni siquiera la noche de San Juan, la más corta y misteriosa del solsticio, cuando la gente se sanjuanea sumergiéndose en las aguas de los ríos y las fuentes, prendiendo y saltando hogueras o buscando al amanecer el trébol de cuatro hojas, ese que da buena suerte, sino cuando llegaban los afortunados que podían permitirse el lujo de descansar los meses de más calor, al contrario que el resto de la gente.
Yo, en cierto modo, era uno de ellos…
* Editorial: Alfaguara