Mar de delirio (Robert Haasnoot)
… POR AQUEL ENTONCES los temerosos de Dios no cesaban de advertírnoslo. Las señales eran claras, decían, el fin de los tiempos había empezado. En el mundo que se extendía más allá de nuestra aldea de pescadores, los impíos eran ya mayoría. Dios había retirado Sus manos de la humanidad y el año anterior había estallado una guerra terrible. A pocas horas en tren del pueblo ya se oía el estampido de los cañones y se sentía temblar la tierra. Satanás había sido liberado, se levantaban nación contra nación y reino contra reino. Miles de soldados perecían en las trincheras a diario, pueblos enteros y ciudades quedaban devastados y las gentes huían en masa. De momento la patria se libraba de la violencia de la guerra pero, a veces, después de un fuerte aguacero, sobre las casas y las calles de Zeewijk caía una fina ceniza con olor a sangre que el viento arrastraba sobre la católica Bélgica en llamas…
* Traducción: Marta Arguilé
* Editorial: Lengua de Trapo