La espuma de los días (Boris Vian)
… Colin estaba terminando de asearse. Al salir del baño, se había envuelto en una amplia toalla de rizo, dejando sólo al descubierto las piernas y el torso. Cogió el pulverizador del estante de cristal y roció sus cabellos claros con fluida y perfumada esencia. El peine de ámbar dividió la sedosa masa en largas estrías rubias, de un leve matiz anaranjado, semejantes a los surcos que hubiera podido trazar con el tenedor en la mermelada de albaricoque alguien que jugara a ser labrador…
* Traducción: Luis Sastre Cid
* Editorial: Alianza