Las experiencias del deseo. Eros y misos (Jesús Ferrero)
Podríamos ahora mismo formular el mito del universo así:
En el origen el universo era tan denso que se reducía a un punto sin dimensión. Toda su materia estaba condensada de tal modo que no ocupaba espacio alguno, y era como si hubiese desaparecido en el vacío.
Fue el momento más asombroso. El cosmos se esfumó, y todo su contenido se enquistó en una esfera millones y millones de veces inferior a la punta de un alfiler.
En ese enquistamiento extremo pudo haber permanecido para siempre, con toda su sustancia concentrada. Pero el universo tenía un dios interior que era a la vez su alma: el Deseo, y gracias a él todo cambió…
* Editorial: Anagrama