Metafísica de los tubos (Amélie Nothomb)
… En el principio no había nada. Y esa nada no estaba ni vacía ni era indefinida: se bastaba sola a sí misma. Y Dios vio que aquello era bueno. Por nada del mundo se le habría ocurrido crear algo. La nada era más que suficiente: lo colmaba.
Dios tenía los ojos perpetuamente abiertos y fijos. Si hubieran estado cerrados, nada habría cambiado. No había nada que ver y Dios nada miraba. Se sentía repleto y compacto como un huevo duro, cuya redondez e inmovilidad también poseía.
Dios era la satisfacción absoluta. Nada deseaba, nada esperaba, nada percibía, nada rechazaba y por nada se interesaba. La vida era plenitud hasta tal punto que ni siquiera era vida. Dios no vivía, existía…
* Traducción: Sergi Pàmies
* Editorial: Anagrama
21 octubre de 2008 @ 16:07 #Fer
¡Ah, Nothomb! Un sólo libro (quizás es suficiente con una página) y ya soy fan de ella.
Lo único que ha evitado que no haya leído más de Nothomb es que no he logrado encontrar más, pero, a donde voy, siempre pregunto por libros de Amélie Nothomb.
Me quedé con ganas de más.