Choque de reyes (George R. R. Martin)
… La cola del cometa rasgaba el amanecer; era una brecha roja que sangraba sobre los riscos de Rocadragón como una herida en el cielo rosado y violáceo.
El maestre estaba de pie en el balcón de sus aposentos, azotado por el viento. Allí era donde llegaban los cuervos tras un largo vuelo. Sus excrementos salpicaban las gárgolas de tres varas que se alzaban a ambos lados del hombre, un sabueso infernal y un guiverno, dos entre varios millares que vigilaban desde los muros de la antigua fortaleza. Cuando llegó a Rocadragón, el ejército de seres de piedra lo ponía nervioso, pero con los años se había acostumbrado a él. En aquel momento los consideraba viejos amigos. Los tres juntos observaron el cielo como si fuese un mal presagio…
* Traducción: Cristina Macía
* Editorial: Gigamesh
* Serie: Canción de hielo y fuego, n.º 2