La pirámide (Henning Mankell)
Al principio, no había más que niebla.
O tal vez un mar denso en el que todo era blanco y mudo. El paisaje de la muerte. Y eso fue precisamente lo que pensó Wallander cuando, muy despacio, comenzó a emerger a la superficie de nuevo: pensó que ya estaba muerto. Había cumplido veintiún años, ni más ni menos. Un joven agente de policía, apenas un adulto. De repente, un extraño se abalanzó sobre él con un cuchillo sin darle tiempo a hacerse a un lado.
Después, no hubo más que aquella blanca neblina. Y el silencio…
* Traducción: Carmen Montes Cano
* Editorial: Tusquets